17 de agosto 2020 - N°51
EDITORIAL:
¿ES SOLUCIÓN LA ECONOMÍA CIRCULAR PARA EL PROBLEMA DE LOS RESIDUOS?
En el último medio siglo el tema de los residuos se ha ido transformando en un problema que afecta toda la biosfera del planeta. Altos niveles de contaminación del aire y del agua es lo común en prácticamente todos los países del mundo. En particular las grandes urbes tienen además un grave problema de residuos de todo tipo y origen, los que por varios factores han crecido exponencialmente en las tres últimas décadas. Uruguay y en particular Montevideo no escapa a esta situación. Son muy pocos los países que tienen controlado este problema, fundamentalmente en base a tres factores: alta inversión en el rubro limpieza, valor de depósito/retorno para ciertos envases, y eficientes controles y elevadas multas para los ciudadanos infractores.
El concepto economía circular
El concepto economía circular, que tiene décadas de concebido, se ha puesto ahora de moda. Hoy lo han transformado en un eslogan cuyos contenidos son tan diversos como contradictorios. Tanto lo utilizan industrias que se caracterizan por comercializar productos de consumo masivo en envases descartables (eufemísticamente llamados no retornables o de un solo uso), como candidatos políticos, académicos y ambientalistas.
Según Wikipedia, el término "economía circular" se utilizó "por primera vez en la literatura occidental en 1980 (Pearce y Turner 1990) para describir un sistema cerrado de las interacciones entre economía y medio ambiente".
Actualmente no se habla de un sistema cerrado, sino de suplir una economía lineal por una circular donde se piense y se diseñe de tal modo que no existan residuos o si se generan sean aprovechados por otra actividad, cosa que está bien que así sea. El problema surge cuando se transfiere desde la industria costos económicos, sociales y ambientales a los consumidores, a los servicios de recolección y al ambiente en general. Y cuando se pretende la circularidad a la hora de tener que juntar diariamente por ejemplo millones y millones de envases sin planes ni dinero para hacerlo. Lógicamente, quienes promueven la economía circular incluyen también en su prédica -entre otras iniciativas- las conocidas acciones ambientales como reducir, reutilizar, reciclar, etcétera, y la infaltable mención al desarrollo sustentable.
No es sensato estar en contra de la economía circular o cerrada, no estamos planteando dejar de promoverla, pero debemos hacer algunas puntualizaciones nada menores, ya que es necesario evitar que el término sea bastardeado y sobretodo que se transforme en un simple albur, tal como viene ocurriendo.
Enumeremos lo siguiente:
- Es imposible recolectar de modo significativo, mediante la voluntad de las personas, tantos millones de envases, embalajes, bandejas y vasos de un solo uso que se vuelcan diariamente al mercado, cualquiera sea el material, tipo y tamaño.
- Es necesario preguntarnos ciertas cosas, por ejemplo: ¿Alguien ha estimado el costo que lo mencionado en el punto anterior tendría? ¿Quién debería pagarlo? ¿Quién está obligado a hacerlo? ¿Es que vale la pena gastar millones de dólares para recoger casi nada?
- Hay que dejar de insistir con las iniciativas que no han dado resultados positivos Se debería comenzar por un plan general nacional y planes por fracción de residuos que ordene la dispersión y el caos que existe respecto a la recuperación de residuos, las tareas de limpieza urbana y la disposición final de la basura.
- Más de uno, en distintas esferas de la política, viene vinculando el concepto de economía circular a la ley de residuos aprobada en setiembre 2019, la que aún no ha sido reglamentada. Pensamos que hacer eso es un error. Recordemos que lo que propone la ley integral de residuos es crear un fideicomiso a partir del dinero que se pueda recaudar mediante un impuesto. El espíritu de quienes promovieron la ley fue disponer de fondos para cubrir carencias estructurales de los gobiernos departamentales del interior del país. Carencias en materia de recolección y sitios de disposición final de basura, muchos de ellos simples vertederos donde existe trabajo informal en condiciones higiénicas deplorables. Mejorar estos lugares donde se entierra la basura nada tiene que ver con la economía circular, más bien es todo lo contrario.
La economía circular y los envases
En Uruguay, para gran parte de los envases y embalajes que son puestos en el mercado, incluidos muchos de los que se recogen y van a las pocas y pequeñas plantas de clasificación que existen en el país, o bien no existe aquí tecnología para reciclarlos o quien la tiene no está dispuesto a comprar a un precio mínimo atractivo el material recuperado, por lo tanto, también terminan en la basura.
Las industrias más contaminantes del planeta en materia de envases han adherido fervientemente al concepto de economía circular, contratan académicos para dar cursos, crean y/o apoyan organizaciones que supuestamente forman parte de la sociedad civil pero que su finalidad es ejercer lobby ante la sociedad en general y los tomadores de decisiones. También invierten fuertes sumas de dinero en publicidades, como por ejemplo CORONA, la que con hermosas imágenes de la naturaleza del planeta promueve su cerveza en botellas descartables de vidrio. Toda una contradicción sin duda.
Hablar en serio de economía circular implicaría para empezar que los envases rígidos de mayor volumen sean retornables, tengan un valor de depósito significativo que permita su recuperación masiva. Lo otro es como dice de la fama el tango uruguayo Vieja viola: "es puro cuento".
DÉCIMAS AMBIENTALISTAS
THE ECONOMY CIRCULAR
The economy circular
de nueva no tiene nada
es la idea retocada
de ahorrar, recuperar.
El problema está en juntar
lo que no paga el mercado
todo lo que es descartado
los envases de un solo uso
ese verdadero abuso
de un negocio que es malvado.
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