1ro. de Marzo 2017 - N°20
EDITORIAL:
1° DE MARZO, DÍA MUNDIAL DEL CLASIFICADOR DE RESIDUOS
Cada año toma más fuerza en América Latina y el mundo la conmemoración del día del clasificador, también llamado reciclador, catador, cartonero, etcétera.
Esta fecha tiene su origen en una trágica y monstruosa situación que venía ocurriendo en la Universidad Libre de Barranquilla (Colombia). En el carnaval de 1992
a un cartonero que andaba realizando su trabajo en la calle se le ofreció por parte de un funcionario de dicho centro de estudios entrar y recoger unas cajas que
había en el fondo, cosa que aceptó. Ya dentro, al agacharse para juntar los cartones recibió un primer golpe de garrote, luego varios más, y finalmente un tiro.
El joven de 24 años, que simuló estar muerto para salvarse, fue llevado a una sala "fría", puesto en una camilla, rodeado de cadáveres y restos de órganos humanos.
Cuando todos los funcionarios se fueron, en la madrugada, logró escapar y denunciar lo ocurrido. Había quedado al descubierto una realidad macabra, la de un grupo de
funcionarios universitarios que con la complicidad de autoridades recibían cadáveres no sólo de clasificadores, también de indigentes, discapacitados y prostitutas,
con el objetivo de comercializar sus órganos o cuerpos enteros para investigación y tráfico de trasplantes. Cabe consignar que el día del reciclador no es el día del
reciclaje, que se lo conmemora el 17 de mayo, y que nada tiene que ver con el origen de la historia narrada.
El gobierno del Frente Amplio, en el primer período encabezado por Tabaré Vázquez y con Danilo Astori al frente de la conducción económica, mal supuso que el
crecimiento de la economía y otras mejoras en materia social podrían acabar con esta actividad, ya que, lo han expresado reiteradamente, muchos entienden de que es
un trabajo "el del clasificador" que no debería existir.
Es hora de reconocer errores, los clasificadores de residuos tienen todo el derecho del mundo de trabajar con residuos, de modo digno, no sólo en materia salarial,
sino también en cuánto a las condiciones en que desarrollan sus tareas, las que deben ser a partir de circuitos limpios. Pasada una década de progresismo en el
gobierno, no se ha dado respuesta mínimamente satisfactoria al problema de los residuos y la inclusión social de los clasificadores.
Es hora que el gobierno nacional, fundamentalmente la Dirección Nacional de Medio Ambiente (Dinama) y el Ministerio de Desarrollo Social (Mides) reconozcan que no han
tenido éxito alguno es sus propuestas hacia los clasificadores, que deben elaborar una política nacional de residuos que a partir de un plan maestro tome la legislación
existente y las experiencias de clasificadores realizadas y comience a elaborar planes departamentales y por fracción de residuos. Dinama ha jugado todos los boletos a
la aprobación de una ley de residuos sobre la cual las gremiales empresariales ya han advertido sobre su inconstitucionalidad. Por otra parte el mencionado anteproyecto
de ley llegará en marzo al Parlamento sin el aporte sustancial que realizaron los clasificadores y la sociedad civil. Por si eso fuera poco, ni siquiera fue mínimamente
discutido en la interna del Frente Amplio, que no tiene idea de que se trata.
Los clasificadores no van a desaparecer, ni acá en Uruguay ni en otros muchos países, basta con saber que son unos 15 millones de personas en el mundo según estimaciones del
Banco Mundial. Entonces, lo que se debe hacer es generar condiciones de trabajo similares a la de cualquier otra actividad económica, algo que por cierto es posible.
Para finalizar, mencionemos que la Intendencia de Canelones ha realizado una licitación que de tener un ganador y concretarse, la empresa adjudicataria le cobrará a la
comuna canaria, por mucho tiempo, un dinero muy importante por recibir la basura. O sea que es algo que no afectará la actual recolección, tarea que es el principal
costo de la basura y que está permanentemente desbordada por falta de camiones y otra maquinaria. Además, se ha dicho por parte de autoridades del gobierno nacional y
local, que este llamado incluye tareas de clasificación, algo que no tiene sentido alguno. Eso generará un gasto adicional innecesario, significando un claro retroceso
en materia de recuperación de residuos para reuso y reciclaje. Serán unos pocos empleos muy mal remunerados para personas que trabajarán con residuos provenientes de
circuitos cien por ciento sucios. Este trabajo sí que no debería existir.
|